Con el alma en los pies
Ángela Calero/Chema Lumbreras
Del 31 de mayo al 13 de septiembre de 2024
Pisen y vean
La huella, vestigio de nuestro paso por el mundo, rastro de nuestra existencia, viene enmarcada casi siempre en un par de zapatos. Pisadas que evocan otras épocas, otras vidas, reales o soñadas, pero todas con una historia tras de sí. Como las historias que emanan de las obras que Chema Lumbreras (Málaga, 1957) y Ángela Calero (Córdoba, 1956) desgranan en Con el alma en los pies. Un encuentro de dos artistas que, de repente, como Vladimir y Estragón en la versión de Atalaya de Esperando a Godot, se encuentran rodeados de zapatos y deciden calzárselos y caminar, cada uno por un sendero, pero hacia un destino común: el encuentro con usted, con el público. El texto de Beckett, referente del teatro del absurdo, puesto en escena por la compañía sevillana es una tragicomedia existencial, como casi todas las que encierran los zapatos que se calzan Calero y Lumbreras.
Chema Lumbreras, mago del cartón y del alambre, ha recolectado zapatos disparejos que han salido a su encuentro para componer la instalación Sorpresa en la bolsa del Ratoncito Pérez. La chispa para este proyecto le llegó por casualidad, fue un regalo del destino. En 2022 el artista exponía en Jaén, en uno de los frágiles refugios construidos en el centro de la ciudad durante la Guerra Civil, y entre sus obras había un par de zapatos de cartón. Una pieza que debió revivir en la memoria de una mujer el bombardeo franquista sobre la ciudad del 1 de abril de 1937 en el que murieron 157 civiles, muchos de ellos niños. La señora volvió un día después a la muestra dejó una pequeña alpargata blanca de niña y se marchó sin decir palabra. Fue esta donante secreta la que inspiró la instalación en la que todos sus componentes descabalados tienen algo que contar, entre ellos una bota que recuerda a la que se comió Chaplin en La quimera del oro, su famoso filme de 1925. Son 13 zapatos disparejos que salen de una bolsa de basura, cabalgados por uno de sus peculiares ratones de alambre y papel encolado, que nos hablan de muerte, olvido y nostalgia. Una poesía moldeada con versos de cartón.
La instalación guarda cierto paralelismo con Zapatos en la orilla del Danubio, el monumento que el director de cine Can Togay y el escultor Pauer Gyula crearon en 2005 en Budapest en recuerdo de los judíos asesinados en la Segunda Guerra Mundial, un tema que Lumbreras ha tratado en exposiciones anteriores como Ya es tiempo, que presentó en esta misma galería en 2021. Una hilera desordenada de zapatos en bronce rememora el momento antes de la masacre, cuando los judíos eran obligados a quitarse los zapatos entre cuyos pliegues algunos ocultaban objetos de valor. Una pieza que pone la piel de gallina al situar al espectador, por un fugaz instante, en los zapatos de las víctimas.


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