C/ Duquesa de Parcent, 12, 29001 Málaga
952 21 65 92
info@jmgaleria.com

Negra leche del alba

Negra leche del alba

Diez variaciones del poema dramático de Paul Celan Fuga de Muerte a partir de la exposición Ya es tiempo de Chema Lumbreras en la JMgalería.

I. Noche negra del alba donde me pudro, negra leche del alba donde todos los hombres son heraldos de muerte, donde la Historia cumple su rabioso cometido: barrer cenizas de huesos calcinados: duelo, inmolación, exactitud de la masacre, gasificados en bucle sobre un fondo negro, sin ni siquiera una copa de vino que llevarnos a los labios, que no tiemblen las conciencias, que lo urdido tras Weimar -degenerada y limítrofe- sólo sea la inmunda memoria de una República sepultada entre ortigas.


II. Había que aniquilar el movimiento inverso, sólo cabía la pirueta estática, la perfecta frialdad de Breker, nunca el pérfido eslabón de la oscura Sulamith, cabellos cenicientos en la Judea del primer Herodes, jardines perfumados y manjares a pedir de boca, manos acariciando suavemente el pubis de los impúberes, y en el estanque violeta en el que ahogaron a Aristóbulo, el efebo más apetecible de la tierra -y era judío- ahora, que es ahora, no ayer, ni mañana, ahora, en este momento, todo retorna: no hagamos que el tiempo se fugue sin nosotros, debemos acometer el panorama imperial de la venganza, el hechizo exacto de las alas, ahora, que Europa, de nuevo secuestrada, parece rebelarse -oh tu cabello dorado Margarete-, y con sus gráciles dedos vuelve a catar la flor maligna, y nosotros, ahora, locos de amor de muerte, nos precipitaremos de cabeza y saltaremos hacia atrás a través del falso espiral de la mentira, caeremos al vacío desde los acantilados de mármol, a pesar de que hay orden de llorar por su bramido estéril, empujaremos hongos venenosos a lo largo y ancho de la Selva Negra, descenderemos por galerías subterráneas y, alehop, el humor junto al humo de los crematorios, no nos ofenderá.


III. Todos los hombres matan lo que aman, unos los hacen con un libro, otros con una estaca, y otros, mientras tanto, aún danzan sombríos al compás de una fuga de Bach que vomita filoso, para vergüenza de nuestra especie, un desvencijado altavoz del campo de Buchenwald, de nuevo Weimar -mi fin será mi principio- donde el gas, sin embargo, era escaso y las víctimas fueron torturadas por manos congéneres.


IV. Desde ese momento, no antes ni después, justo en ese momento, nos convertimos -relámpago mortal- en nuestros propios muertos, somos la muerte misma, campo a través, ruinas y desorden: abrasados, aniquilados, cuerpos desollados, nombres borrados, sonámbulos sin epitafios, nauseabundo espasmo de la guerra, núcleos inermes para ser aplastados, escorias despejadas bajo la trágica luz que nos vigila, espectros en la noche umbra y polar. Desde ese preciso momento, no antes ni después, cavamos nuestra tumba. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, y ese dolor nos seguirá, urbi et orbi, bajo un sol ocre, fantasmal y exhausto, después de tantos años, aún nos sigue a ese maldito lugar -espesa veladura, enigma y fuego- espantoso lugar donde la raza humana sin palabras, dramas ni tragedias, aún hinca más hondo.


V. Dicen que las aguas del Sena se detienen al pasar por debajo de Pont Mirabeau. La noche del 19 al 20 de abril de 1970 se arrojó a aquella ciénaga de la Historia el poeta rumano en lengua alemana Paul Celan. Deseaba presentar sus respetos a la muerte, y para ello se transformó en puente, en río, en ataúd, caja, amapola, en clochard privado de palabras, incluso será la calavera estrellada de su generación, el muñecote de la parca, al igual que Heidegger será el muñecote del ser absoluto.


VI. No fue el único, años antes, Klaus Mann, se había cortado las venas en un hotel de Cannes, pero Celan fue aún más sutil y subrayó el hundimiento, colocando poemas y piedras, o ambas cosas, en los bolsillos de su chaqueta, para que las aguas quietas no le expulsaran y la asfixia del congelamiento fuera lenta pero segura: debía expiar su impotencia, necesitaba hundirse, llegar a lo más profundo, sin apenas cabriolas o piruetas, sólo con sublime contorsión, con sarcasmo trastornado. Celan, según Steiner, hizo que la poesía sobreviviera a Auschwitz, pero él no consiguió sobrevivir a sus pesadillas… y silba a sus judíos para que salgan y les hace cavar una tumba en la tierra, y nos ordena, ahora toquen, ahora dancen…


VII. Bajo las arcadas de este puente otro poeta apátrida, Guillaume Apollinaire, amó sin freno, y algunos versos de su Pont de Mirabeau así lo testimonian …bajo el puente Mirabeau, corre el Sena, y nuestros amores, corren también, la alegría viene tras la pena, el amor se va, lento como la vida, y violento como la esperanza, bajo el puente Mirabeau, corre el Sena, cae la noche, suena la hora, los días se difuminan y yo me quedo… A Guillaume Apollinaire lo mató Europa, una bala le atravesó la cabeza y llevará, durante un tiempo, esa bala alojada en el cráneo; para que la bala no se deslizara le colocaron una venda alrededor del cráneo, una hermosa aureola blanca que ocultaba trepanaciones, vanidades y desengaños. La pandemia española de 1918 hizo el resto y a Guillaume Apollinaire, hijo de Su Santidad el esnobismo extremo, se le sepultó corriendo delante de una locomotora llamada vanguardia. Salto al vacío, esteticismo puro, como Jean Cocteau y su ángel Heurtebise, sangrando por las fosas nasales, la sangre de un poeta, a los dos les aburre la guerra, y sus víctimas tampoco les interesan demasiado. Un lánguido punto de vista frente al obligado Arbeit macht frei, el trabajo te libera, estela al viento, acróbatas sin red y escobas para barrer tanta ignominia.


VIII. En una de sus transposiciones espaciales Paul Celan adelantó su destino imaginando a la poeta Marina Tsevetáieva, arrojándose desde el Puente Mirabeau al río Oká, el río de su juventud… Del reborde del puente de donde rebotó el otro lado hacia la vida, vuela con heridas desde el puente Mirabeau donde el Oka no fluye Et quels amours…y Marina parece responder a Celan con un poema titulado Epitafio, lo que no pudo ser porque se había ahorcado en el Gulag de Yelábuga en 1941, desahuciada por la contrarréplica del fürher, un delator de barrio, Josep Stalin, pero así lo parece…Voy por París preguntando si sólo en cuentos o en sueños suben los hombres al cielo, tu alma ¿adónde ha ido?, tu rostro, tu calor, tu hombro, ¿adónde habrán ido? , pero Paul Celan no ha ido a ninguna parte porque su cadáver continuaba, y continúa, flotando, bajo el Puente de Mirabeau, como testimonio de la barbarie.


IX. Dos episodios alteran la conciencia del lector en el poema de Celan Todesfuge: la belleza del horror y el contrapunto de la fuga. Angelus Novus, la acuarela de Klee, ahora se enseña en un museo de Jerusalén como si fuera un héroe de guerra, y en realidad, este querubín estrábico y asustadizo, no hizo más que acompañar intermitentemente a Walter Benjamin hasta el limes donde acabó con su atormentada existencia. Desde el principio, el Ángel de la Historia pasó de mano en mano en una suerte de fatal corretaje: Benjamin lo adquiere, obsesionado, a Klee, en 1921, la acuarela durmió en soledad en el equipaje del filósofo, depositado primero en Berlín, y después en París, donde le entregó una maleta a su amigo George Bataille con algunas notas y documentos, allí dormitaba el ángel, sin marco, guarecido de un huracán llamado progreso y que no era sino un pasaporte hacia el crematorio. Walter Benjamin se autoinmoló en el Hotel Francia de Port-Bou no sin antes dejar una nota: Es una situación sin salida, no tengo más remedio que terminar. Bataille escondió al Ángel Nuevo en la Biblioteca Nacional de París, y allí estuvo, camuflado entre libros, hasta que Theodoro Adorno liberó y recuperó al Ángel para Israel a través de Gershom Scholem. La vuelta al círculo se cumplió, pero costó millones de muertos.

X. La Selva Negra ha servido para ocultar las heridas del tiempo, sus crímenes, errores y fatalidades. Allí, una vez derrotada Alemania, en una lengua húmeda y apartada, se reunieron Martin Heidegger y Paul Celan. Desconfío del arrepentimiento de Heidegger, pero también me pregunto por qué tenía que pedir perdón un teórico que no había matado a una mosca, hablaron de botánica, de pajarillos, la palabra muerte les salvó a ambos de revivir aquella catástrofe, aunque fuera una palabra tóxica, infecta, manipulada, inocente y estéril. *
*Después de todo, el afán expresivo de la obra plástica de Chema Lumbreras ha sido encaminarse por los tortuosos caminos de la condición humana, que no deja de ser una comedia tragicómica, un mundo dentro de otros mundos, de ahí sus refinados y excesivos funambulistas, sus ríos negros e infernales, sus ciclistas con maillots verde-musgo, sus nenucos/zepelines. Y la mancha roja, delirante, con una anaconda hambrienta de afilados colmillos, aunque datada en 2018, resume la angustia y el horror de las perpetuas contiendas.


ALFREDO TAJÁN Málaga, noviembre, 2021